Percusionista
La banda me dice Jordi. Naci en San Agustín, Ecatepec, Estado de México. Desde muy pequeño supe que me gustaba la música, recuerdo que como a la edad de seis años agarraba las cacerolas de mamá y hacía mi batería con ellas. Un día estaba tan metido en tocar mi improvisada batería que sin querer doble algunas de las ollas y cacerolas, claro que cuando mi madre se dio cuenta me llovieron los zapes. A esa edad mi primer sentimiento fue que tratar de hacer música estaba mal, sin embargo la música a mi me hacia sentir muy bien, así que cuando mi mamá se ausentaba yo volvía a las cacerolas y me las llevaba a la azotea, donde continuaba con mis primeros conciertos.
Más tarde, como a los nueve años mis padres me llevaron a una fiesta. Ahí toco un grupo de música versátil y yo me coloque muy cerca del baterista. La fiesta trascurrió así, yo estaba fascinado viendo como ese hombre tocaba su batería y yo deseaba estar en su lugar. Pasaron las horas y mi padre al no verme cerca de ellos me buscó. Cuando me encontró el regaño no se hizo esperar, otra vez era reprendido por algo que me gustaba, o así lo entendía yo, sin embargo el baterista me subió a su asiento y me dejo tocar, ¡SE IMAGINAN! por primera vez en mi vida estaba yo tocando una batería real ¡y es más, frente a un público¡ mi imaginación voló, ya me veía yo en grandes conciertos con el pelo largo ante mucha gente.
Pasaron algunos años para que iniciara en un grupo musical. Esto sucedió cuando en una fiesta, más o menos cuando tenía 11 o 12 años. Fui con mi hermana y un chavo comenzó a perrearla. Estábamos en la mesa después de la cena. Yo seguía el ritmo golpeando la mesa con las manos, me encantaba seguir el compás de las rolas. Este muchacho (actualmente mi cuñado, jajajaja) me observó, y por quedar bien con mi hermana me dijo: “Yo toco en un grupo musical y te voy a enseñar a tocar”. Días después me llevo al lugar donde ensayaban. Trabajé con ellos como staff. Cuando había chance agarraba la batería y me ponía a darle, mi cuñado cumplió su palabra pero a medias, solo me enseño un ritmo. Una noche en otra fiesta hicieron una especie de audición de bateristas, ninguno de los que lo intentaron lograron tocar bien las canciones, pero que creen, ¡YO SI ME LAS SABIA TODAS! Por fin veía cumplido mi sueño de tocar en un grupo.
Así la vida me fue llevando, tocando aquí y allá en medio de excesos y fiestas. Fue ahí donde conocí a Juan Tequila. Ahí vino la debacle. Cada vez más me aislaba de la gente. Mi familia veía mi comportamiento y lo asociaban con la música, además ellos nunca me habían visto tocar; así que tuve que salir de la casa de mis padres. Todo iba en caída.
Por la gracia de Dios un amigo me platico de un retiro espiritual al que él había ido. Me dijo que ahí me podían ayudar con mis problemas de adicciones. Yo me sentía muy mal así que acepte. Ahí supe que mi pasión por la música no era para tocar frente a grandes públicos, si no que lo que en realidad me haría sentir pleno era tocar para Dios. Usar este don que Él me dio para alabarlo. En ese lugar me dieron la oportunidad de hacerlo y los días eran buenos. Después de vivir ese retiro las cosas cambiaron por un tiempo, sin embargo me aleje y volví a beber.
Pasaron nueve años para regresar felizmente convencido a mí agrupación y volver a alabar a Dios a través de lo que más me gusta hacer: tocar las percusiones.
Un día estaba en un concierto de Marcos Pacheco, miraba como esos músicos estaban haciendo lo que era mi sueño, quería formar parte de eso. Ya tenia un tiempo que le pedía a Dios en mis oraciones que si era su voluntad dispusiera que yo formara parte del grupo de Marcos Pacheco. Un amigo se me acerco y me abrazo, los dos estábamos en un sentimiento muy chido escuchando las alabanzas. Entonces le dije: “mira hermano, ese es uno de mis anhelos: Tocar junto a Marcos.” Ahora Él me ha cumplido uno de mis sueños. Hoy formo parte de un grupo musical que utiliza la música para alabarle y esto es lo que quiero compartir con ustedes, mi forma de exaltar a Dios a través de mi música.
Más tarde, como a los nueve años mis padres me llevaron a una fiesta. Ahí toco un grupo de música versátil y yo me coloque muy cerca del baterista. La fiesta trascurrió así, yo estaba fascinado viendo como ese hombre tocaba su batería y yo deseaba estar en su lugar. Pasaron las horas y mi padre al no verme cerca de ellos me buscó. Cuando me encontró el regaño no se hizo esperar, otra vez era reprendido por algo que me gustaba, o así lo entendía yo, sin embargo el baterista me subió a su asiento y me dejo tocar, ¡SE IMAGINAN! por primera vez en mi vida estaba yo tocando una batería real ¡y es más, frente a un público¡ mi imaginación voló, ya me veía yo en grandes conciertos con el pelo largo ante mucha gente.
Pasaron algunos años para que iniciara en un grupo musical. Esto sucedió cuando en una fiesta, más o menos cuando tenía 11 o 12 años. Fui con mi hermana y un chavo comenzó a perrearla. Estábamos en la mesa después de la cena. Yo seguía el ritmo golpeando la mesa con las manos, me encantaba seguir el compás de las rolas. Este muchacho (actualmente mi cuñado, jajajaja) me observó, y por quedar bien con mi hermana me dijo: “Yo toco en un grupo musical y te voy a enseñar a tocar”. Días después me llevo al lugar donde ensayaban. Trabajé con ellos como staff. Cuando había chance agarraba la batería y me ponía a darle, mi cuñado cumplió su palabra pero a medias, solo me enseño un ritmo. Una noche en otra fiesta hicieron una especie de audición de bateristas, ninguno de los que lo intentaron lograron tocar bien las canciones, pero que creen, ¡YO SI ME LAS SABIA TODAS! Por fin veía cumplido mi sueño de tocar en un grupo.
Así la vida me fue llevando, tocando aquí y allá en medio de excesos y fiestas. Fue ahí donde conocí a Juan Tequila. Ahí vino la debacle. Cada vez más me aislaba de la gente. Mi familia veía mi comportamiento y lo asociaban con la música, además ellos nunca me habían visto tocar; así que tuve que salir de la casa de mis padres. Todo iba en caída.
Por la gracia de Dios un amigo me platico de un retiro espiritual al que él había ido. Me dijo que ahí me podían ayudar con mis problemas de adicciones. Yo me sentía muy mal así que acepte. Ahí supe que mi pasión por la música no era para tocar frente a grandes públicos, si no que lo que en realidad me haría sentir pleno era tocar para Dios. Usar este don que Él me dio para alabarlo. En ese lugar me dieron la oportunidad de hacerlo y los días eran buenos. Después de vivir ese retiro las cosas cambiaron por un tiempo, sin embargo me aleje y volví a beber.
Pasaron nueve años para regresar felizmente convencido a mí agrupación y volver a alabar a Dios a través de lo que más me gusta hacer: tocar las percusiones.
Un día estaba en un concierto de Marcos Pacheco, miraba como esos músicos estaban haciendo lo que era mi sueño, quería formar parte de eso. Ya tenia un tiempo que le pedía a Dios en mis oraciones que si era su voluntad dispusiera que yo formara parte del grupo de Marcos Pacheco. Un amigo se me acerco y me abrazo, los dos estábamos en un sentimiento muy chido escuchando las alabanzas. Entonces le dije: “mira hermano, ese es uno de mis anhelos: Tocar junto a Marcos.” Ahora Él me ha cumplido uno de mis sueños. Hoy formo parte de un grupo musical que utiliza la música para alabarle y esto es lo que quiero compartir con ustedes, mi forma de exaltar a Dios a través de mi música.
3 comentarios:
Que onda!!! Me da gusto saber que estas Chido!! Y Que tu sueño por fin ya es una realidad. Sigue por este camino!!! y échale muchas ganas.. Recibe un abrazo muy fuerte..
padrino me gustaria que sacaran pelicula de ese concierto
HOLA PADRINO!!!!
COMO ESTA??? EN ESTOS MOMENTOS USTED ANDA VACACIONANDO JEJE
Y SOLO LE QUERIA RECORDAR QUE LO EXTRAÑO MUCHO
Y QUE LO QUIERO MUCHO!!!!
GRACIAS POR TODO!!!
ATTE: ZIUX =)
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